domingo, 5 de diciembre de 2010

Mi primera vez...


 El pasado día 1 realicé lo que ha sido mi primera vez encima de un escenario.

Carlos Garrido celebraba su cumpleaños en el Teatre Sans con un concierto de proporciones épicas. Desde hace ya mucho se me pidió que actuara en él y cuando más se acercaba el momento menos me lo creía.

Quedamos para probar a las cinco y media pero entre unas cosas y otras no pude hacerlo hasta dos horas después. Cuando acabé de probar, mi pareja y yo, tuvimos que volver corriendo a casa para cambiarnos y recoger las cosas. Dos viajes en taxi y una carrera por Vía Sindicato más tarde me encontraba en el backstage del escenario.

Carlos me aconsejó que me centrara más en el sentimiento y en la energía que quería desprender (¡Rockolios a tope!) que en la música y en la voz . Cuando le pedí consejo a mi hermano me dijo que intentara no mirar al público, que me centrara en la guitarra o que mirara al suelo. Mi pareja sentimental, Judith, me ayudaba en todo lo demás. Necesitaba más consejos aunque ya sabía lo que quería saber. Quería un remedio infalible, necesitaba beber del Santo Grial de la farándula.

No podía evitar recordarme de aquellos textos que tantas veces he leído en "La guitarra platónica" y me preguntaba en qué momento había dejado de ser el lector para convertirme en el protagonista del libro.

Caminaba en círculos por el backstage echando un vistazo de vez en cuando para ver como se llenaba la sala de forma gradual. Judith en primera fila, eso me animaba porque si cometía un error ella me lo haría saber de alguna manera.

"¿Has ido al baño?"- Me preguntan los Rock & Press.

Esa es otra. Me tocaba presentar a los Rock & Press. ¡Yo precedía a los Rock & Press! ¿Me he caído del mundo lógico? Nunca me hubiera imaginado en esta situación. Estaría solo delante del escenario, la sala llena de gente obsevándome y mi guitarra en las manos pidiendo clemencia. Me parecía una locura. Desde el momento en que realicé la prueba de sonido no paré de preguntarme "¿Por qué he aceptado? ¿Por qué he venido?"

"Si te preguntas esto ya eres un artista" me dijo Carlos.

Recordé la misma vivencia en "La guitarra platónica". Él solo en el teatro del mar minutos antes de la actuación con las mismas dudas que yo en la cabeza. La diferencia es que él tocaría un concierto y yo sólo dos canciones. Dos canciones que además en los últimos ensayos no sonaban bien.

Ni alcohol, ni tabaco ni ninguna clase de sustancia derivada. No tenía con qué calmar los nervios. ¿Va a suponer un problema tener 21 años y no tener vicios? La paradoja en sí no era lo bastante inquietante como para hacerme olvidar mi situación crítica.

Entonces Carlos salió al escenario.

"¿Ya me presenta? ¿Tan pronto?" Quería gritar, correr, hacerme invisible, cualquier cosa, pero todavía no estaba preparado. "Cinco minutos más" rogaba a mis adentros, sabiendo que cada cinco minutos pediría cinco minutos más en un bucle que hubiera alargado hasta el cansancio.

La primera actuación de Carlos Garrido con los Cárabos (con acento en la "a") creo que ha sido una de las anécdotas más caóticas que he oído sobre el mundo musical. Reconozco que me daba valor por que si mi primera vez saliera mal no significa que fuera un fracaso. Sería un paso pequeño hacía la autorealización musical.

"El rock es amistad" me explicaba Carlos. Es verdad en casi todos los casos. Se crea un vínculo encima del escenario que les une tanto como la sangre entre hermanos. Este concierto era una muestra de ese poder mágico que ejerce la música sobre los artistas que comparten escena. Sabiendo eso me sentía fuera de lugar, yo no podía considerarme artista en comparación a los demás, pero todos los músicos me mostraron su apoyo.

Carlos empezó a presentarme. El mismo día me hice un pequeño guión de lo que diría antes de actuar. Me encanta hablar en público, no me causa ningún problema, pero tocar y cantar... ese es otro tema. Cuando comenzó a hablar tenía la sensación de que me sonaba. ¡Era lo que quería decir yo!

No eran las mismas palabras pero sí el mismo concepto. "¡Maldita sea, Adri! Te lo tendrías que haber imaginado." Está claro que la forma de como nos conocimos era lo que él iba a decir.

Escuchando a Carlos, Miquel Massuti me preguntó "¿No prefieres tocar con la acústica?"

Días antes se me planteó esta duda existencial. La guitarra eléctrica suponía el riesgo de sonar demasiado cargante para tocarla "a pelo". Pero yo no podía enchufar mis otras guitarras y la verdad es que me moría de ganas de subir con la eléctrica encima del escenario. Massuti consiguió extraerle durante la prueba un sonido que no sabía que existía. La hizo más suave y con los primeros acordes me dio la impresión de que la guitarra tocaba sola.

Después del emotivo discurso me tocó salir. Ya no había vuelta atrás.

Lo que más me llamó la atención es que la sala estaba llena de gente pero en realidad yo estaba solo. Desde el escenario no ves a nadie más que a ti mismo. A mi alrededor la luz de los focos alumbraba el escenario vacío. Delante mio únicamente había oscuridad. Sentía al público, lo oía, pero no lo veía. Entonces miré al cielo y en silencio exclamé "¡Gracias!".

Al entrar, acogido por el primer aplauso, realicé una reverencia y me coloqué la guitarra. Una de las cosas con las que no conté al ensayar eran los aplausos. Me podía refugiar en ellos, cada palmada que el público daba en forma de aplauso yo la sentí en mi hombro en forma de ánimo.

"Buenas noches". Empezó mi momento.

Durante 10 minutos fui dueño del escenario, amigo del público y mesías en mi mente.

Los primeros comentarios fueron por mi guitarra despeinada. Me gusta la guitarra así, tiene personalidad. El bueno humor me relajó un poco y me animo a colocar los dedos sobre los trastes.

Salí al escenario con humildad, o más bien sinceridad, parafraseando al maestro Riky Lopez. "Las canciones tienen 3 notas, más uno que las interpreta. En total 4 notas."

Empecé con una canción tranquila, de amor. Una parodia de la introducción de "Algo pasa con Mary" de Jonathan Richman a la que en un alarde de originalidad bauticé como "Algo pasa con Carlos."

Confieso que me planteé no tocar la otra canción pero después de los aplausos me sentí capaz. Versioné la canción "Beatles" de Pereza, aunque para engañar al público declaré que tocaría una canción de los Beatles.

Al principio de la canción oí cuchicheos y supe que mi ardid había funcionado, cuando llegué a la pausa confesé exclamando entre risas y nervios "Nadie se ha creído que era de los Beatles. ¿No?"

Fue un alivio que me respondieran entre risas, al menos se lo habrían pasado bien aunque sea por la gracia. No pasaron dos estrofas donde cometí mi primer desliz importante. ¡Me equivoqué de acordes! Conseguí arreglarlo por los pelos pero rompí la seguridad que me envolvía y si la canción no se hubiera ido acercando al final hubiera finalizado de forma más que caótica.

Para el gran final quise subir un poco el volumen de la guitarra pero con los nervios me pasé con la rueda y el amplificador emitió un ruido que en ese momento me pareció el rugido de un dragón mitológico.

Finalicé mi actuación agradeciendo el gran momento que me habían hecho pasar y dando paso a los Rock & Press.



Después empezó el cambio. La adrenalina disminuyó al tiempo que se elevaban las endorfinas. Me deslicé entre el público y me sentí uno más de ellos pero también un más entre los artistas. Una perfecta simbiosis entre los dos mundos que se diferenciaban en ese momento.

Me hacía gracia que para mi debut se refirieran con la palabra "desvirgar" pero después lo entendí.

La misma sensación la había sentido antes, sí. Fue la primera vez que me acosté con una persona de la que estaba realmente enamorado. Mi alma hirviendo de emoción y mi cuerpo aguantando el calor que deja la estela sentimental que arrastra la fantasía que se hace realidad. No tiene otra palabra, es magia.

Acababa de hacer el amor delante de muchas personas. Todas fueron testigo de ello y yo me dejé llevar por el morbo. Todos miraban como deslizaba mi mano sobre el mástil de la guitarra, como acariciaba suavemente las cuerdas con la púa. Era una guitarra pero la intentaba tocar como si fuera mi mujer. Con delicadeza, con cariño, con pasión...


Aún tengo la sensación de estar ahí.

Gracias por enseñarme otro mundo dentro del nuestro.



¡Sed felices!

lunes, 8 de noviembre de 2010

Cumpleaños feliz.


Foto y tarta: Judith Contioso

Este sábado ha sido mi cumpleaños y realmente puedo afirmar que ha sido el mejor cumpleaños de mi vida.

El cumpleaños ha sido como yo he querido, he invitado a quien he querido yo, ha sido una velada como yo he querido y todo se ha hecho a mi gusto y semejanza (¿Ha quedado egocéntrico? Espero que no...). No me he visto obligado a contentar a nadie saliendo de marcha a ningún lugar ni invitando a alguien externo a mis deseos. Simplemente se efectuó una velada agradable, con la gente más íntima, sembrada de risas, anécdotas y buen humor.

Cumplir años es algo que siempre se agradece aunque sea obligación. Algo tan simple como celebrar "seguir vivo" puede convertirse en una fecha impregnada de ilusión.

Este año he de admitir que me han pasado muchísimas cosas buenas. Mi personalidad se ha terminado de forjar y he decidido compartir mi vida con personas a las que quiero y con las que me siento querido.

Ha sido un año lleno de cambios positivos en el cual poco a poco he ido cumpliendo algunos objetivos y encaminando otros, pero voy notando como mis sueños se cumplen. Cada día voy sintiéndome un poco más feliz y eso se lo debo agradecer a las personas que están conmigo. En especial a Carlos, por ser mi maestro y mentor, por enseñarme tantísimo en tan poco tiempo y por aguantar la cantidad de tonterías y chistes malos que salen de mi boca y a Judith, compañera de viaje y guía espiritual, por hacerme sentir cosas olvidadas y otras cosas que no sabía que se podían sentir, por enseñarme el lado mágico de la vida que tenía apartado y devolver la pureza a mi alma corrupta.

Al soplar las velas únicamente me vino un deseo en la cabeza: Tener más cumpleaños tan perfectos como este.




Gracias a todos.

¡Sed felices!

lunes, 18 de octubre de 2010

Marihuana como método antiterapéutico

Foto vía: wikipedia.es

La canción que más describe el estado en el que te encuentras cuando la marihuana alcanza su clímax eufórico es "Lágrimas de marihuana" de Daniel Higiénico.
Cuando empiezas a fumar te encuentras en un estado relajado, tus vías respiratorias se fusionan con el humo y te sientes más "tú mismo" que nunca. Te encuentras en un estado alejado de cualquier fuente de estrés, dónde tus problemas parecen desaparecer y tu situación es más propicia para la meditación.

La percepción espacial y temporal evolucionan. Al agudizarse los sentidos los sonidos y los colores se perciben de manera casi indescriptible, todo parece fluir de otra manera y el tiempo deja de ser una ley inmortal. Esta es la fase dónde puedes ver al consumidor mirando fijamente la pared. Suele seguirle un estado eufórico que puede acabar en histéricos ataques de risa incontrolada.

El apetito aumenta de forma incontrolable y las comidas cambian levemente de sabor.

Si tu corazón tiene un vacío relevante lo llenas de humo. Los problemas no desaparecen, te dejan de importar.

Lo que podría haber quedado como una experiencia pasajera (llamémosla cósmica, trascendental, visionaria... etc) se puede llegar a convertir en una adicción.

La adicción es completamente psicológica, y en muchas ocasiones puede llegar a ser grave dado a que el cuerpo desarrolla tolerancia y cada vez necesitamos dosis mayores para los mismos efectos, donde buscaríamos un estado eufórico perenne y aplazaríamos constantemente todos aquellos problemas cotidianos u ocasionales.

Puedo llegar a comprender el consumo intermitente de la marihuana pero suelo demostrar desprecio hacia su consumo habitual. Hay gente que lo combina con alcohol llegando a ser un cóctel mortal para nuestra mente. No es extraño escuchar a gente admitir "pensar más lento" al día siguiente.

He perdido a varios amigos a causa del consumo excesivo de marihuana, llegando a consumir más de 2 o 3 porros al día. Es cierto que se trata de la única droga que no mata, pero tiene la capacidad de volverte imbécil.

Si los problemas no se resuelven te privas de la capacidad de evolucionar como persona.
Si la mayor parte del día te encuentras en un estado de relajación tiendes a irritarte cuando este desaparece. Suelo ver como se dedican a insultar a aquellos que encuentran más cerca tan sólo para "equilibrar" la balanza de su ego.
Otras veces he llegado a ver como la única manera de ser felices que tienen es la de seguir fumando. Aunque la sensación de felicidad es TOTALMENTE falsa.


Por estas razones demuestro abiertamente mi intolerancia hacia la gente que "fuma porros como cigarros".




Al principio consumes marihuana, luego la marihuana te consume a ti.



¡Sed felices!

viernes, 8 de octubre de 2010

Miedo escénico.

Últimamente tengo un sueño que se me repite.

Subo al escenario con la guitarra en mis manos y cuando el concierto tendría que empezar olvido las notas o pierdo el ritmo. En ese momento me despierto con el miedo escénico aún anclado dentro de mí.

Carlos Garrido escribió en la "Guitarra Platónica":
"A veces, cuando te encuentras bajo, recurres a la guitarra. La abrazas, deslizas los dedos suavemente por las cuerdas. Y te sientes algo así como acompañado "por dentro". Es una sensación muy peculiar. De la que sólo son conscientes los que tienen una guitarra en su vida. Aunque no sepan tocarla."


Es cierto. Cuando te sientes triste, frustrado o necesitas desconectar de este mundo, la guitarra te eleva a un plano más espiritual. Cuando aprendes a tocar los primeros acordes traspasas un umbral del cual ya no puedes volver atrás. "¿Ya soy músico?" Te contestas que no pero, en el interior, oculto en los más profundo de tu alma, sabes que sí. Te sientes músico. Tienes una guitarra, la tocas y de alguna manera logras expresar lo que sientes con ella. A veces pierdes la noción del espacio y del tiempo. No sabes donde acabas tú ni donde empieza ella. Es uno de los secretos de la felicidad.

Cuando hay gente escuchándome, mis músculos se tensan y pierdo la compenetración con la guitarra. El ritmo se vuelve en contra del compás y los acordes se entremezclan. Me siento como si hiciera el amor en público, sin haber encontrado el "morbo". Imagino que se debe a la seguridad que me falta.

La primera vez que subí a un escenario fue con los "Pirates Pirats". Mi trabajo era de técnico aunque no me contrataron como tal. En un momento del espectáculo debía interpretar a un personaje en una canción que duraba menos de 1 minuto. El espectáculo duraba 2 horas y ninguno de los ocho músicos estaba realmente nervioso, en cambio, a mi me temblaban las piernas. Cuando llegó mi turno descargué adrenalina y efectué mi entrada que consistía en quedarme quieto enmedio de dos personas que realizaban una coreografía cómica y en el momento que acabasen señalarme a mi mismo. Nada más ni nada menos. Señalarme con sutileza tres veces, en un espacio inferior a un minuto, me produjo pánico.

Sé que la primera vez que actue lo pasaré mal y que seguramente tendré todos los imprevistos y fallos que puedan caber en el escenario. Pero para aprender a caminar tuve que caerme muchas veces.


Haced caso a vuestros sueños.

¡Sed felices!

jueves, 9 de septiembre de 2010

Chico

Fotos: Judith Contioso
Chico es un perro joven, de gran vitalidad y con muchas ganas de vivir.

Cuando lo encontraron tenía un estado lamentable debido a que fue víctima del maltrato animal. Su pata delantera izquierda fue atada con su pata trasera derecha oprimiéndole la circulación de la sangre y provocándole serias heridas. Sólo Dios puede saber cuanto tiempo pasó inmovilizado de esta manera y de que modo podría excusar alguien esta conducta repulsiva hacia un ser vivo.

Torturado sin piedad, su pene fue seccionado de manera brutal, también aguantó quemaduras de cigarro y mordiscos de ratas que se aprovechaban de su situación tratando de devorarle aún con vida.

Chico sufrió para divertir a algún desalmado.


Los veterinarios, que un primer impulso querían sacrificarlo al ver el sufrimiento que arrastraba, no daban crédito a que un animal con esas circunstancias vividas quisiera apegarse a la vida con tanto empeño. Su nueva dueña, con paciencia y mucho amor, fue curándole las heridas cada día y poco a poco devolviéndole la fe en la raza humana. No se podía esperar que un animal que ha visto lo peor de las personas pudiera volver a confiar en ellas. Chico nos ha enseñado una valiosa lección.
 

El estrangulamiento sufrido acabó en necrosis a pesar de los muchísimos cuidados que recibía. Por eso, una de sus patas afectadas ha tenido que ser amputada y la otra ha estado muy cerca. Pero gracias a la gran atención veterinaria que ofreció la Clínica Balmes se logró salvar.
 
El perro recorrió muchas clínicas veterinarias acompañado por su dueña antes de encontrar una en la que le dieran esperanzas de vida. Si hubiera perdido también la pata de atrás le hubieran tenido que sacrificar. Es increible creer que personas que se dedican a la medicina animal no quieran dar esperanza de vida a un ser vivo que desea vivir más que nada en el mundo, muchos preferían sacrificarlo antes que intervenirlo clínicamente. ¿Te lavas las manos antes de mancharte? Gracias al cielo encontraron el sitio idóneo, dónde se le ha hecho todo lo posible y más para que pueda sobrevivir.
 
En la citada clínica le hicieron tres operaciones el mismo día. Le intervinieron las dos patas necrosadas y el pene amputado, que debido a la mala cicatrización de la herida no podía apenas orinar. Cuando salió del quirófano estaba irreconocible, su mirada era muy triste y su llama de felicidad apenas brillaba. Los que le vimos en ese estado tan lamentable oímos como se nos rompía el alma tras cada gemido...
 
 

Hoy, Chico sobrevive vive con las tres patas que le quedan. Corre y juega con los otros perros y suele tener más vitalidad y energía que la mayoría de ellos. Ya puede volver a usar el pene con normalidad y nada le impide saltar y correr como lo hacía antes. Cuando se le mira a la cara se ve a un perro feliz, que recibe cariño y es querido como se merece todo animal.
 
Mucha gente está ayudando a la pobre criatura con donativos y apoyo moral. Lo que demuestra que todavía hay gente solidaria, gente que respeta y ama a los seres vivos.

Recientemente se le ha diagnosticado leishmaniosis pero todo indica que se recuperará y cabe la posibilidad de que sus orejas, afectadas también por una posible necrosis, no deban ser amputadas. Lo importante es que pase lo que pase Chico no se rinde y sus dueños tampoco.
 
Después del sufrimiento vivido, de las dudas y de todo lo luchado Chico empieza a saborear el dulce sabor de la felicidad. Lo amargo queda atrás y cuando esto acabe ya nada podrá dañarle.
 
 
 
 
Chico ha vivido en los dos extremos de la linia que separa el corazón del ser humano. Ha conocido lo peor y lo mejor de las personas pero únicamente se queda con lo bueno. No tiene miedo del pasado, vive el ahora.

Chico, en poco tiempo, me ha enseñado muchas cosas. Todos deberíamos aprender de él.


Gracias a todos los que amáis y cuidáis a los seres vivos.
 
¡Sed felices!

martes, 31 de agosto de 2010

La violencia como método de comunicación.

Foto: Ismael López  (Vía Facebook)

No estaba del todo de acuerdo con la manera de presentar la protesta en contra del correbou de Fornalutx que iniciaron los animalistas antes del incidente del domingo hasta que vi la reacción del pueblo.

Antes de la manifestación se consiguieron varios logros positivos que favorecían al animal que ejerce de mártir y la protesta se realizó sin el apoyo de otras entidades animalistas que opinaban que la performance era una medida desmesurada para el avance que se estaba llevando a cabo. Pero hay gente que opina que la abolición tiene que ser inminente en estos casos y quisieron realizarla con o sin apoyo. Bien por ellos.

A través de las redes sociales se hicieron amenazas y provocaciones entre ambas partes. Cualquier persona con Facebook o Tuenti pudo ser testigo de ello. Éticamente estoy a favor de los gestos animalistas y no los tradicionalistas, aunque sea obvio que hay dos bandos distintos no entiendo por que se ha de llegar a la guerra.

El motivo principal por el que no quise dar apoyo a la manifestación fue la guerra de palabras que he mencionado en las redes sociales. Admiro los actos animalistas por que se componen de palabras pacíficas, sin agresión verbal ni física, no los veré lanzando insultos ni escupiendo. La inteligencia tiene que ser el arma a utilizar, la paciencia la bandera que se debe izar y las palabras son el único proyectil posible de lanzar. En el momento en que se rompe esta armonía la causa animalista deja de tener fuerza para mí.


Únicamente utilizan la violencia y la agresión aquellos que no tienen argumentos ni palabras.


A pesar de todo lo que he dicho, la manifestación, por lo que he podido ver, fue correcta ante los medios. Fornalutx se ha dejado ver como un pueblo ordinario, basto, sin decoro. Tal vez lo sea, no lo sé. El alcalde ha demostrado incompetencia ante sus congéneres, la gente del lugar ha proporcionado un espectáculo repelente que dolería en la conciencia de quien la tuviera.

Valientes que levantan el dedo corazón en contra de los que tienen sueños...

Mallorca sufre, Mallorca llora. Hay corrupción, hay injusticias. Y la gente de Fornalutx, ignorando todo lo que está sucediendo, se dedican a "denunciar" violentamente a poco más de una docena de personas que defienden un ideal ético, personas que luchan por un mundo mejor.






Todos aquellos que confiáis en las palabras, los que lucháis por un sueño, los que aportáis una sonrisa al futuro...

¡Sed felices!

lunes, 16 de agosto de 2010

Tauromaquia

Foto: Judith Contioso

"La tortura no es cultura" gritaban cerca de quinientas personas, entre las que me incluyo, el 13 de agosto enfrente del "Coliseo Balear".

Me cuesta entender, como a muchas otras personas, que alguien pueda siquiera disfrutar con el cruel espectáculo que ofrece el asesinato en vivo de un animal noble, pero más me cuesta entender que se defiendan las corridas de toros como se están defendiendo.

No voy a comentar nada sobre las "injusticias" que sufre el animal antes de salir al redil (considero que está todo más que dicho), pero está demostrado que el toro es un animal pacífico por naturaleza y poco territorial. En sus instintos no se encuentra el atacar al hombre.

Un toro tiene dos rasgos que le impiden claramente catalogarle como "depredador":
         1)Un depredador, por motivos evolutivos, tiene los ojos enfrente del rostro y no a los lados.
Un conejo o un gorrión que se consideran "presas" tiene los ojos a ambos lados de la cabeza para localizar mejor a los cazadores. Un león o el mismo ser humano los tienen delante para lozalizar a las presas.
          2)Un depredador no se alimenta exclusivamente de hierba.
La naturaleza regula el ecosistema de un lugar mediante los seres vivos que ahí habitan. Los depredadores se alimentan de las presas, que a su vez se alimentan de las plantas... etc. De esta manera se crea un ciclo natural que cuida del ecosistema en cuestión. Los animales agresivos lo son por que deben serlo en este ciclo, por eso un conejo normalmente no será un animal violento si su vida no peligra.

¿Dónde está el acto de heroicidad, valentía o respeto en las corridas de toros?

Un toro no atacará para matar, por que en su cerebro no existe la palabra "presa". Cuando ve un peligro inminente únicamente puede pensar en la palabra "Cazador" y no ataca para matar. Ataca para huir.

Imagino que hay unos intereses económicos muy altos en el mundo de la tauromaquia, pero las plazas de toros no quedarían obsoletas. Pueden servir para miles de fines culturales como conciertos, meetings políticos, exhibiciones deportivas... o en el peor de los casos, puestos a adorar a un asesino, se podrían meter a dos reos, condenados por asesinato o delito similar, armados con espada y escudo y volver a los tiempos romanos donde los gladiadores eran admirados.

Para acabar diré que las corridas de toros son financiadas con dinero público, su abolición contribuiría a atenuar la crisis.






Hay gente que defiende las dictaduras.
Hay gente que defendía la Inquisición.
Hay gente que defiende la tauromaquia.


¡Sed felices!

jueves, 12 de agosto de 2010

La calle

Foto: Cris Ficher (Vía Facebook)



















Trabajando en la calle te das cuenta del valor que tiene la lealtad incluso entre desconocidos, ya seas músico, estatua o pintor.

En las calle no existe más ley que el respeto que se puedan tener unos a otros. Los pintores suelen llegar los primeros, entre todos los artistas, para agenciarse un buen lugar de trabajo. El sitio no es de nadie y el que primero llega suele quedarse los mejores lugares, las sombras de la mañana y las zonas más visibles.

Las estatuas tienen más inconvenientes, algunas tienen la ventaja de poder moverse del sitio e interactuar directamente con el público mientras que otras mantienen una posición estática que les obliga a llamar la atención de otras maneras distintas.

Entre estatuas mantienen una distancia entre ellas para no entorpecerse mutuamente, lo que representa una desventaja frente a los pintores que se colocan a la distancia justa para diferenciar los trabajo de cada uno. Una frontera invisible les separa ya que el impacto visual que desprende cada una no sería igual si se amontonaran dos o más de ellas a la vez.

Paseando puedes encontrarte personas de barro, hombres invisibles, payasos, hombres de metal, contorsionistas... cada uno a varios metros de los demás pero de tal manera que sólo puedas ver a un único artista a la vez. No hay ninguna ley ni norma que impida lo contrario pero el respeto que sienten entre compañeros del gremio les obliga a actuar en beneficio de la comunidad artística.

Por último y no menos importantes están los músicos. Son los que tienen más problemas a la hora de encontrar un lugar. Tienen que respetar la distancia de las estatuas por norma general, aunque la mayoría les invita a colocarse a su lado, y además tienen todos los problemas que les puede proporcionar la situación acústica de la calle. Para empezar no pueden colocarse cerca de otros músicos por motivos obvios, la distancia a mantener entre ellos es mayor que la de las estatuas ya que el sonido de dos músicos o conjunto de ellos no puede mezclarse y por último están los establecimientos y hogares. La gente puede quejarse de la música, sobretodo la que está trabajando en comercios cercanos, lo que obliga a los músicos a moverse entre zonas cada 20 o 30 minutos, como si fuera fácil encontrar un sitio propicio. Si la zona tiene mucho ruido, como una calle estrecha llena de gente, la acústica de los instrumentos de cuerda es casi imperceptible si no están amplificados, cosa que se considera ilícita legalmente. Luego quedan las terrazas de los bares y cafeterías de la zona, cuyas colas pueden llegar a ser de más de una hora. La norma es las terrazas es fácil, el que llega primero se la queda, entre músicos deben transcurrir como mínimo 15 minutos para dar tiempo a cambiar de público y el tiempo de actuación no suele pasar el tiempo de transición musical.



La vida de los artistas a pie de calle puede parecer competitiva pero entre ellos, por norma general, hay un aura de respeto y lealtad que hace que la experiencia valga la pena. Nadie pisa a nadie, todos cuidan de todos y eso en el fondo es lo que les hace salir ganando.


¡Sed felices!

miércoles, 4 de agosto de 2010

La parte oscura de un escenario...

He tenido la oportunidad de trabajar con varios artistas en diferentes formatos musicales y no he podido evitar fijarme en que cuanto más brilla el escenario más oscuro es su "backstage".

Desde la platea, se puede observar lo que el público debe ver. Los artistas muestran su buen rollo encima del escenario, amigos y camaradas de profesión y vocación, y a menudo suele ser así. Como en todo contrato social hay algún que otro contratiempo, siempre falta alguien en los ensayos programados, alguien no sigue el guión programado... Pequeños obstáculos que hay que saber sortear para una buen desarrollo, por que, pase lo que pase, "El espectáculo debe continuar".

Luego está la parte de trabajo que no corresponde a los artistas: la de los técnicos. Un mundo oscuro al lado del esplendor y gloria que se llevan los primeros. La conclusión llega cuando se reconoce que los músicos dependen casi completamente de sus técnicos cuando se trata de formatos grandes. ¿Pero quién reconoce su trabajo? Para ellos no hay aplausos, ni se les suele mencionar cuando se presenta a la banda.

Dentro de este anonimato en el cual me he visto ligeramente, y solo ligeramente, involucrado hay una esfera de mal rollo implacable. He visto gente disgustada, trabajando jornadas entre 12 y 18 horas por un sueldo tiránico, técnicos de diferentes secciones, de luz y de sonido, fastidiarse entre ellos con tal de hacer su trabajo más cómodo.

Debe haber gente capacitada para ejercer esta difícil profesión, ya sea técnico de sonido, de luz, el que monta el escenario o el que controla los fallos técnicos a tiempo real... Pero no logro imaginar la motivación que pueden encontrar para efectuar su trabajo.

Las empresas que montan espectáculos por norma general, aunque hay muy contadas excepciones, ofrecen unos salarios penosos y bajo el lema "El espectáculo debe continuar" o su variación "El espectáculo siempre es lo primero" he llegado a oír que se debe ejercer con buena cara incluso aunque acabe de  fallecer tu propia madre.

Si por delante se ofrece un gran espectáculo por detrás hay otro espectáculo más lamentoso, por eso decido quedarme con los pequeños formatos musicales, con los que conservan la humildad, los que no se venden a ningún precio que conlleve separarse de sus principios morales. Cuanto más alto se eleva la fama más pesa el ego que tienen que transportar los que están abajo.



El espectáculo más auténtico es el que conserva los principios y la humildad con la que nació.


¡Sed felices!