domingo, 27 de febrero de 2011

Premio mejor relato original - Concurso cartas de amor 2011







Estimada señorita:



Lamentando muchísimo ser portador de malas noticias, me veo obligado a comunicarle que, debido a circunstancias totalmente ajenas a la empresa, tiene que abonar lo más pronto posible y en efectivo el coste de los siguientes productos que dejó a deber:


-Una camisa blanca de talla mediana, que ganaba tal magnitud cuando se la probaba, que parecía ser la prenda de un ángel del cielo.


-Una falda talla única, con bordados orientales hechos a mano, destinada a que usted se la pusiera ya que a nadie más le ha quedado nunca tan bien.

-Unas botas negras con tacón pequeño que estilizaban aún más su esbelta figura.


- El palpitante corazón de este humilde dependiente, que quedó prendado de usted desde el primer momento que tuvo la suerte de rozar su mano, cuando le extendió la primera factura de muchas más que vendrían.


Al salir del establecimiento se llevó consigo los citados artículos en perfectas condiciones y, para no comprometer la integridad de la empresa, debería devolverlos en ese mismo estado. Si por mala fortuna decidiera devolver ese corazón, que con latidos uniformes baila al compás de su nombre, me temo que se rompería en mil fragmentos imposibles de unir, y en esa lamentable condición no podría contener con la misma capacidad ese amor y cariño que desprende ante su viva imagen.


No sería ético por mi parte pedirle un favor como este sin recompensarle, así que le ruego humildemente que acepte, como muestra de gratitud, el vale, que a la carta adjunto, para una cena para dos personas en el restaurante más romántico de la ciudad.


Si la idea es de su agrado, y no tuviera acompañante alguno, estaría más que gustoso de ser su pareja para hacerla feliz esa noche y el resto de su vida.


Atentamente,

“Nalina Hook”

miércoles, 23 de febrero de 2011

Palma (En 180 carácteres)



Existe un lugar donde se mezclan poesía y urbanismo.


Donde el turismo forma parte del paisaje y el paso del tiempo se confunde con un visitante anónimo que no entiende de razones. Antiguas construcciones arquitectónicas dignas de llamarse maravillas se fusionan con nuevos edificios vacíos de inspiración y la isla se atraviesa con un ferrocarril centenario.

Sólo la calma es capaz de hurtar el nombre a su isla.

La gente aquí no entiende de ríos ni océanos, pero el Mediterráneo rodea la isla abrazando la costa con pasión y, lo que la gente no sabe, es que cada vez que sube o baja la marea, y el viento arrastra el aroma del salitre, mar e ínsula están haciendo el amor.

Al atardecer las olas del mar saborean los últimos rayos del luz y el horizonte absorbe el sol antes de dormir.

Perdura un paisaje que fue capaz de embelesar al mismísimo rey Jaume I que, desde la sierra de Na Burguesa, confesó que era la villa más hermosa que había visto nunca.

Las estrellas en la noche y la nieve en el invierno apenas se dignan a venir. Pero custodiada por un insólito castillo se alza orgullosa Palma, la ciudad que me vio nacer y ha guardado todos mis secretos.