martes, 31 de enero de 2012

Consumición: Un mundo de usar y tirar.


Foto: Internet

Me da mucho que pensar la forma en la que abandonamos viejas costumbres para asumir unas nuevas totalmente incoherentes. Estoy de acuerdo en la evolución, hay que ir descartando tradiciones absurdas para dar paso a una nueva orden de actos mejorados, pero no siempre es así.

En el caso más claro me quiero referir a la "Higiene". En el camino a la construcción de un mundo más limpio hemos creado justo lo contrario.

No hace tanto tiempo, nuestros abuelos utilizaban, para sus retoños, pañales reutilizables. Hoy en día  parece una porquería, pero realmente no tiene nada de malo lavar unos pañales de tela. Lo mismo podía pasar con los pañuelos, recuerdo a mi abuelo, en paz descanse, que siempre llevaba un mismo pañuelo para sonarse la nariz y que cuando algún nieto necesitaba limpiarse los moquetes ahí estaba el mismo pañuelo. ¿Qué pasaba luego? Ese pañuelo se lavaba y ya está. Simple, limpio y eficaz.

Ahora todo es desechable, los pañales, los pañuelos, las botellas, ¡Incluso los teléfonos móviles empiezan a ser desechables!

Aunque en principio un Kleenex es más higiénico para las personas puede que no lo sea tanto para el medio ambiente. No hay un sólo día en que el camión de la basura recoja un contenedor que no esté rebosante de desechos.

Foto: UltimaHora.es


A Tyler Durden, protagonista de El club de la Lucha, se le puede encontrar hablando de su mundo ideal en un momento de reflexión:

"En el mundo que imagino se cazarán alces en los bosques húmedos de los cañones que rodearán las ruinas del "Rockefeller Center". Se llevarán ropas de cuero que durarán toda la vida. Se trepará por lianas tan gruesas como mi muñeca que envolverán la torre "Sears". Y cuando se mire hacia abajo, se verán pequeñas figuras humanas machacando maíz y secando tiras de carne de venado en el asfalto de alguna gigantesca autopista abandonada".


Nuestros antiguos trataban al planeta como si de una diosa se tratara, me parece lógico si cogemos como punto de vista que somos sus inquilinos. Pero ahora un nuevo método de visión atraviesa los conceptos éticos y morales. Debemos consumir, tenemos que gastar, no somos esos acólitos bienaventurados que cuidan de su madre naturaleza, ahora somos consumidores. ¿Quién podría ganar beneficio de la destrucción de nuestro hogar, los grandes empresarios? Por qué nosotros no.

No somos dueños de nuestro mundo ni nuestro mundo es nuestro dueño. Vivimos en simbiosis, el planeta es un enorme Ying Yang giratorio que necesita un equilibrio entre todas sus especies.

Tengo 22 años en el momento que escribo esto, me encanta la naturaleza y, ni en la ciudad, ni el mar, ni la montaña he dado nunca un paseo en el que no haya visto desechos o desperdicios en el camino.



¿No sería más práctico seguir el ejemplo de nuestros antepasados y seguir conservando un mundo limpio?

¿Acaso la solución que buscamos es un mundo de usar y tirar?

¿Alguién se acuerda de la película de Disney: Wall-E? Ese futuro no está tan lejos.



¡Sed felices!

martes, 24 de enero de 2012

Magia verdadera


Hace poco conocí una pequeña hada, de esas que salen en los cuentos para niños y de las que muchas veces nos negamos a aceptar su existencia. Se llama Lucía y su pequeño reino encantado, resumido físicamente por las cuatro paredes de su puestecito navideño en Plaza España, alcanzaba hasta donde alcanza la imaginación.

Desde un principio la he visto como un barco de vela sin ancla, llevado hacia donde sopla el viento pero sin poder amarrarse a un lugar concreto.Sentíamos que se iría pero con la esperanza de que si mirábamos al horizonte la podríamos volver a ver pasar.

Dedicando su vida a crear una serie de collares "mágicos" que elevan el alma de quién los lleva, y otras artes místicas de energía y sanación, la he visto ayudar desinteresadamente tanto a criaturas perdidas en el camino de su interior como a personas enfermas y necesitadas.

La verdad es que muchas veces me niego a creer que se trate tan solo de un recuerdo en la memoria de muchos y un milagro en la de otros, el amor es su doctrina y el cariño y el afecto son sus dos medicinas contra los males varios.

Tal vez sea que las buenas cosas se van pronto para que se puedan compartir, tal vez sea que los cuentos de hadas son siempre cortitos, pero tal como vino se fue y ha dejado un hueco de dos metros cuadrados ahí donde estuvo su puestecito.

En la vida todo sucede por una razón y tras varios consejos sabios y profundos me ha dado razones para creer.

Ahora creo en la luz.
Ahora creo en la fantasía.
Ahora creo en los duendes y en las hadas.

Ahora creo en Lucía.

¡Sed felices!