miércoles, 4 de agosto de 2010

La parte oscura de un escenario...

He tenido la oportunidad de trabajar con varios artistas en diferentes formatos musicales y no he podido evitar fijarme en que cuanto más brilla el escenario más oscuro es su "backstage".

Desde la platea, se puede observar lo que el público debe ver. Los artistas muestran su buen rollo encima del escenario, amigos y camaradas de profesión y vocación, y a menudo suele ser así. Como en todo contrato social hay algún que otro contratiempo, siempre falta alguien en los ensayos programados, alguien no sigue el guión programado... Pequeños obstáculos que hay que saber sortear para una buen desarrollo, por que, pase lo que pase, "El espectáculo debe continuar".

Luego está la parte de trabajo que no corresponde a los artistas: la de los técnicos. Un mundo oscuro al lado del esplendor y gloria que se llevan los primeros. La conclusión llega cuando se reconoce que los músicos dependen casi completamente de sus técnicos cuando se trata de formatos grandes. ¿Pero quién reconoce su trabajo? Para ellos no hay aplausos, ni se les suele mencionar cuando se presenta a la banda.

Dentro de este anonimato en el cual me he visto ligeramente, y solo ligeramente, involucrado hay una esfera de mal rollo implacable. He visto gente disgustada, trabajando jornadas entre 12 y 18 horas por un sueldo tiránico, técnicos de diferentes secciones, de luz y de sonido, fastidiarse entre ellos con tal de hacer su trabajo más cómodo.

Debe haber gente capacitada para ejercer esta difícil profesión, ya sea técnico de sonido, de luz, el que monta el escenario o el que controla los fallos técnicos a tiempo real... Pero no logro imaginar la motivación que pueden encontrar para efectuar su trabajo.

Las empresas que montan espectáculos por norma general, aunque hay muy contadas excepciones, ofrecen unos salarios penosos y bajo el lema "El espectáculo debe continuar" o su variación "El espectáculo siempre es lo primero" he llegado a oír que se debe ejercer con buena cara incluso aunque acabe de  fallecer tu propia madre.

Si por delante se ofrece un gran espectáculo por detrás hay otro espectáculo más lamentoso, por eso decido quedarme con los pequeños formatos musicales, con los que conservan la humildad, los que no se venden a ningún precio que conlleve separarse de sus principios morales. Cuanto más alto se eleva la fama más pesa el ego que tienen que transportar los que están abajo.



El espectáculo más auténtico es el que conserva los principios y la humildad con la que nació.


¡Sed felices!

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