jueves, 12 de agosto de 2010

La calle

Foto: Cris Ficher (Vía Facebook)



















Trabajando en la calle te das cuenta del valor que tiene la lealtad incluso entre desconocidos, ya seas músico, estatua o pintor.

En las calle no existe más ley que el respeto que se puedan tener unos a otros. Los pintores suelen llegar los primeros, entre todos los artistas, para agenciarse un buen lugar de trabajo. El sitio no es de nadie y el que primero llega suele quedarse los mejores lugares, las sombras de la mañana y las zonas más visibles.

Las estatuas tienen más inconvenientes, algunas tienen la ventaja de poder moverse del sitio e interactuar directamente con el público mientras que otras mantienen una posición estática que les obliga a llamar la atención de otras maneras distintas.

Entre estatuas mantienen una distancia entre ellas para no entorpecerse mutuamente, lo que representa una desventaja frente a los pintores que se colocan a la distancia justa para diferenciar los trabajo de cada uno. Una frontera invisible les separa ya que el impacto visual que desprende cada una no sería igual si se amontonaran dos o más de ellas a la vez.

Paseando puedes encontrarte personas de barro, hombres invisibles, payasos, hombres de metal, contorsionistas... cada uno a varios metros de los demás pero de tal manera que sólo puedas ver a un único artista a la vez. No hay ninguna ley ni norma que impida lo contrario pero el respeto que sienten entre compañeros del gremio les obliga a actuar en beneficio de la comunidad artística.

Por último y no menos importantes están los músicos. Son los que tienen más problemas a la hora de encontrar un lugar. Tienen que respetar la distancia de las estatuas por norma general, aunque la mayoría les invita a colocarse a su lado, y además tienen todos los problemas que les puede proporcionar la situación acústica de la calle. Para empezar no pueden colocarse cerca de otros músicos por motivos obvios, la distancia a mantener entre ellos es mayor que la de las estatuas ya que el sonido de dos músicos o conjunto de ellos no puede mezclarse y por último están los establecimientos y hogares. La gente puede quejarse de la música, sobretodo la que está trabajando en comercios cercanos, lo que obliga a los músicos a moverse entre zonas cada 20 o 30 minutos, como si fuera fácil encontrar un sitio propicio. Si la zona tiene mucho ruido, como una calle estrecha llena de gente, la acústica de los instrumentos de cuerda es casi imperceptible si no están amplificados, cosa que se considera ilícita legalmente. Luego quedan las terrazas de los bares y cafeterías de la zona, cuyas colas pueden llegar a ser de más de una hora. La norma es las terrazas es fácil, el que llega primero se la queda, entre músicos deben transcurrir como mínimo 15 minutos para dar tiempo a cambiar de público y el tiempo de actuación no suele pasar el tiempo de transición musical.



La vida de los artistas a pie de calle puede parecer competitiva pero entre ellos, por norma general, hay un aura de respeto y lealtad que hace que la experiencia valga la pena. Nadie pisa a nadie, todos cuidan de todos y eso en el fondo es lo que les hace salir ganando.


¡Sed felices!

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